lunes, 27 de octubre de 2008

UNA NOCHE CUALQUIERA

Imagínense un extenso bosque de altos árboles. Una masa frondosa de ramas espinosas y entrelazadas formando misteriosas siluetas, bañadas por la luz de una preciosa y silenciosa luna, tapada parcialmente por ligeras nubes grisáceas. En medio de tal lúgubre paisaje, un descampado. Ocupando la posición centra de dicho solar, un sofá cara a una televisión, la cual retransmite una película de miedo, en la que unos estudiantes se pierden por el bosque llegando a un solar donde solo se puede ver una televisión.

Se oyen tenues pasos, pasoS acelerados. Más bien era un repiqueteo, similar al de un hevy golpeando la púa de su guitarra contra un pastel de manzana. Después de tres segundos aparece la criatura que producía tales sonidos, era un erizo. Un erizo con pinchos, no un erizo sin pinchos. Este tenía pinchos, y no estaba cocido al vapor como los mejillones. Podríamos decir que luchó en Vietnam y que era ingeniero aeronáutico de la BEQEA (Brigada de Erizos Que Estudian Aeronáutica) pero no, este arreglaba televisores. El erizo enfoca su mirada hacia el televisor y vuelve a la marcha con decisión. Mientras avanza, un rayo de luz impacta contra su placa, posicionada en el centro de su mono de trabajo. En ella se podía leer “Suberviola”.

El supuesto animal llega a la televisión, una Empanasonic de treinta piojadas. La mira, gesticulando por lo bajo posibles fallos que pudiese tener esta, pues alguien lo había llamado para que la arreglase. Por fin, un segundo personaje entra en escena. Este último era un islamista radical. Era el típico islamista radical, ataviado de una camiseta de flores hawaiana y un pantalón rosa y blanco, en el cual podíamos ver una flecha apuntando al miembro viril y un mensaje en el que decía “Alá es grande, pero nada comparado con la barra de cuarto que me cuelga entre los muslos”. Llevaba un cinturón verde en el que se podía observar una gran placa con las siglas *** ( si ves asteriscos es que eres un lémur de cola blanca).

El islamista corre hacia el erizo voceando extraños juramentos en árabe cuando de repente, el mamífero, saca el anillo de Sauron del único bolsillo de su mono y se lo pone. Asustado, el islamista saca una petaca de agua Benzoya, ser rocía con ella y se prende.

Esta historia es real y ficticia a la vez, depende de ti. Yo no me la creo, pero un día de estos lo haré y, para cuando lo haga, habré asumido los hechos que pude ver detrás de un árbol aquella noche del 35 de Mingosto del 156.5 a.F (antes de Falete).

TONIGHT YOU WET

viernes, 24 de octubre de 2008

Gracias al polímero

Hoy he estornudado, y pese a que me pesa decirlo, los mocos resultantes eran de una tonalidad verdosa. He ido corriendo hacia mi madre y con un ademán le he informado de el grandioso suceso. Era grande, viscoso, hermoso…era una obra de la naturaleza comparable con los desiertos del Sahara o los fiordos de Noruega. Magnífico y celestial, supremo. Todo lo que alguien podía desear para llenarse a uno mismo, para alcanzar la felicidad máxima, ser una persona realizada.

A Kandinsky (gran icono del arte abstracto) le hubiese dado por culo que tal reacción fisiológica, como puede ser la de estornudar, hubiese creado semejante maravilla. Seguramente se hubiese suicidado, quien sabe. Si mis predicciones son ciertas, y nunca fallo (hablando humildemente) creo que hasta Walt Disney (descanse en paz…y congelado) hubiese querido comprar los derechos de tan detallada figura para incluirla en su repertorio animado e incluso hacer una serie de dibujos animados con ella. Imagínenselo: “Fantasía 2008, con Mickey, Minie, Pato gel activ…digo Donald y…Moco. Moco sería la mascota de Donald, así como Pluto lo es de Gufi (este lo he escrito mal seguro) y su función sería la de ir pegándose debajo de las mesas, o incluso en la pared. Soy audaz eh! Rapaz! Mi visión de futuro es proporcional a un kilometro de kilos. Y como dicen en la Altántida: -Tierra a la vista!!...espere capitán, ya no veo nada.

Y hablando de capitanes…¿habéis visto como está la Paz Vega? Vaya tela…y no hablo de cualquier tela, no penséis que hago referiencia al poliéster (bonito nombre para un colibrí rayado, por cierto), yo aludo a tejidos como la seda. La seda…vaya material.

Acabaré hoy con una conclusión en forma de poema:

Verdes son los prados,
Azules son las aguas,
Grandes son los ríos,
Y altas las montañas.

Las montañas nevadas,
Son como cipotes erectados,
No cipotes de mono,
Hablo de cipotes humanos.

El hijo de mi padre,
Se parece mucho a mí,
Será guapo el tío,
Y a la par será feliz.

Cuatro versos que no pegan,
Juntos en un poema,
¡Ay, bendito poema que te has ido de vacaciones con la prima del cubano, so sinvergüenza, anda y que te den!

No os fiéis de los poemas, basta con que levantes la pluma escribiéndolos para que te pongan los cuernos, son más infieles que un zombie en una orgía de leprosas.

BALL BALL!

lunes, 20 de octubre de 2008

EL MIEDO, COSA DE MIEDICABUNDOS

Normalmente escribo jilipolleces, y presiento…mejor dicho, afirmo, que esta vez no haré ninguna excepción. Voy a desprender de mis dedos una sarta de estupideces con la que podría llenar el bolsillo de Doraemon (véase gato azul de cabeza desproporcionada que obsequia con inventos físicamente imposibles, como un gorro equipado con una hélice que te permite volar, a un estudiante desgraciado y negado llamado Novita, nombre que le hunde más en la miseria).


Pues resulta que el otro día, el que día que estás pensando tu no eh, el de la derecha de ese. ¿Ya sabes a cuál me refiero? Bueno, no importa, prosigamos. Resulta que en ese parcial de 24 horas, exactamente en el punto en el que el medidor temporal marcaba las dieciséis horas y quince minutos, un fuerte estruendo azotó los cimientos de mi choza, haciendo tambalear mis cuadros de “el Fary”, de Jesucristo y de la Virgen de los Desamparados e incluso esa estatuita que conseguí en la tómbola en la que se puede apreciar a Benedicto XVI acariciando un ornitorrinco. Los truenos asustan, o eso dicen, porqué a mi no, y la verdad, no se el porqué. Soy más macho que la media, eso está claro, y bajo de mi bragueta guardo dos grandes bolas ovaladas pobladas de abundante pelo negro. Además, mi chulería traspasa los límites de la ficción de Spielberg, llegando a la Tierra Media o incluso al pensamiento de mi bisabuelo Raimundo, el cual pensaba que su perro era una mantícora y que él tenía un su sangre glóbulos verdes.


Bueno, el caso es que el trueno no me asustó. Y reconozco que impresionan, esos flashes de luz esparcidos por la habitación mientras tu casa se tambalea a ritmo del bacalao…¡A mi no me timas Dios! Ya basta de hacer fotos, además seguro que en el monte olimpo las venden baratas eh…apostaría tres pares de secuoyas a que tu cámara es Olympus. El caso es que no me dio miedo el trueno, solo me impresionó. Y ahora pensarás que soy impresionable, pero no, pues una vez vi un trébol de cuatro hojas y no lo cogí, de hecho le prendí fuego, pues si alguien veía esa aberración de la naturaleza podría tener ataques epilépticos, y no es empezar a hablar como Epi…¿Cuánto son uno más uno Blas? ¡No me refiero a eso, no seas cenutrio eh! Me refiero a los chungos esos que le dan a los chinos mientras ven Pokemon.


Yo soy más hombre que todos ustedes y parte de los que no se den por aludidos, pues pueden no reconocerse como ustedes, por ejemplo, si son seres que ocupan un cuerpo ajeno, a los cuales aludiría si dijese no-ustedes, pero como lo estáis deseando –eh pillines-pues no lo diré.


Me voy al ritmo de cangrejo. ¡Soida! (los cangrejos van hacia atrás, pues yo escribo al revés).